Hoy vamos a hablar un poco de púas o plectros, ese elemento que tanto tiene que ver con las llaves y que posee el don de la invisibilidad, solo tiene que caerse en mitad de un bolo y tocar el suelo para desaparecer ante nuestros ojos.
La púa es el eslabón más pequeño y barato de la cadena y si nos ponemos exigentes, ni siquiera entraría en la categoría de eslabón, ya que está fuera de esta cadena cuerda-altavoz. Se podría considerar como un factor externo, si bien es cierto que en el contacto de la púa con la cuerda es donde empieza todo.
No cabe duda de que afecta al resultado final, por tanto, es conveniente elegir una púa que favorezca nuestro sonido y pulsación y nos ayude a conseguir «el tono». No solo eso, además se debe adaptar a una serie de necesidades que cada guitarrista tiene, como que tenga un buen agarre y no sea muy resbaladiza, principalmente si te sudan mucho las manos, o que nos sintamos cómodos con su forma, grosor y tamaño, aunque no sea una cuestión de tamaño.
El factor determinante en el diseño de una púa es la punta, la parte que entra en contacto con las cuerdas, casi más importante que el material con el que esté hecha. Una punta afilada va a sacar siempre un sonido más brillante y con más ataque que una punta redondeada, esta producirá un tono más cálido.
Otro factor muy importante es el acabado de los cantos, algo que al parecer no tienen en cuenta muchos fabricantes.
Los guitarristas de música clásica dedican mucho tiempo al cuidado de las uñas porque son conscientes de la importancia del buen pulido (entre otras cosas) de estas, sus púas.
En la ya lejana época que toqué guitarra clásica, estaba obsesionado con mis uñas y sus recovecos. Me enseñaron que tenía que pulir la parte con la que iba a pulsar la cuerdas para sacar un buen sonido, pero no solo eso, también debía cuidar la forma que les diera al lijarlas y por supuesto el largo. Y no hablemos de la pulsación!
Cuando empecé a tocar la guitarra eléctrica lo hice con la primera púa que cayó en mis manos y no reparé en ella hasta mucho tiempo después, sin embargo las uñas siempre las llevaba perfectamente pulidas. Curioso… somos animales de costumbres.
Yo he sido feliz durante mucho tiempo con una púa que, no sé muy bien cómo, ha estado en mi mano o en mi bolsillo durante años, una Dunlop Tortex de 1’14 mm. que aún conservo.
Sirva esta foto de homenaje. Se puede apreciar el sofisticado sistema para que se adhiera bien a los dedos:
Un día, viendo el lamentable estado en que se encontraba, decidí sustituirla por otra, pero no se me ocurrió comprar una igual, no, tuve que comprar varias diferentes, total como no eran muy caras.
Ahí empezó todo.
Actualmente tengo una caja llena de púas, cientos de piezas de todos los tamaños, grosores, materiales y colores, pero solamente uso un par de ellas.
Para tocar jazz solo es necesario que la púa no produzca un sonido muy brillante, siempre y cuando sea ese el sonido que buscas, claro. En algunas púas me he encontrado con que no solo sacaban un tono sin brillo si no que aportaban algo más al sonido: cuerpo, calidez, volumen… y aunque lo parezca, no estoy exagerando en lo más mínimo.
LA CATA
Aquí voy a hacer un resumen de las púas que compré para tocar jazz en los últimos años, unas me sirvieron y otras no. Muchas de ellas llevan en su nombre la coletilla «Jazz», aunque a algunas no llegué a darle uso después de probarlas unos minutos.
Que os aproveche.
DUNLOP JAZZ III
Un clásico, legiones de guitarristas de todos los estilos la usan.
El modelo JAZZ se refiere al diseño y Dunlop lo fabrica con diferentes materiales, no todos recomendables para obtener un sonido gordo.
También están la JAZZ II y JAZZ I, con menos punta respectivamente. La JAZZ I tiene la punta casi redonda y saca un sonido más redondo, valga la redondancia.
Las rojas son de nailon y las negras de un material llamado «stiffo» y al parecer menos flexible que el nailon.
Tengo ahora mismo una roja y una negra en las manos y realmente se nota la mayor rigidez de la de stiffo contra la de nailon. El sonido es similar en las dos, aunque dicen que las negras son más brillantes, no noto una diferencia digna de mención.
Al llevar las letras de la marca y modelo en relieve se sujeta bastante bien y no se resbala.
Tiene el tamaño ideal para esconderla en el interior de la mano cuando queremos tocar con los dedos. Su grosor es de 1’38 mm.
Tienen el canto mal acabado. Si eres exigente con el sonido de la púa (si estás leyendo esto lo más posible es que lo seas o que estés en ello) es conveniente lijarle un poco los cantos, con una lija muy fina, antes de usarla.
Esta púa la he usado durante mucho tiempo, hasta que descubrí otras. Ahora no soporto tocar con ella, me suena demasiado apagada, como si matara el sonido.
Su precio es de 50-60 céntimos y la suelen vender en las tiendas de música.
DUNLOP JAZZ III XL
Exactamente igual que la JAZZ III pero más grande, aún así es un poco más pequeña que la típica Fender. Tiene el mismo grosor que la JAZZ III y produce el mismo sonido.
DUNLOP TORTEX PITCH BLACK JAZZ III
Tiene el mismo tamaño y forma que la JAZZ III pero está fabricada en Tortex, que es un material sintético con unas características muy parecidas al mítico carey.
El tortex es un material más bien resbaladizo, aguanta bien el desgaste y es muy barato. El sonido de esta JAZZ III es más brillante que el de la de su tocaya de nailon. Según se va desgastando y torneándose la punta, se vuelve más cálida y el sonido va cobrando más cuerpo, pero aún así me parece demasiado brillante.
El canto está cortado en 90 grados.
Las hay de diferentes grosores, cuestan entre 50 y 60 céntimos y son muy fáciles de encontrar en cualquier tienda de música.
D'ANDREA PRO-PLEC 351
La marca D’Andrea fabrica púas desde 1922, está considerado el primer fabricante de púas y son los creadores del diseño original de las púas que más usamos ahora, las típicas Fender, que son en realidad típicas D’Andrea.
Las 351 originales eran de celuloide, estas las hacen de un material llamado V-Resin, un compuesto de celulosa y nailon que resulta mucho más barato de producir y tiene unas características sonoras muy parecidas al celuloide.
Su grosor es de 1’5 mm., se agarra al dedo como una lapa y el sonido que sacan es bastante oscuro y redondo, muy apto para jazz. Su borde viene muy bien pulido, mejor que la mayoría de púas que estamos viendo en este test. Al pulsar con ella parece que se pega a la cuerda, notas el roce, es una sensación agradable y no resta velocidad para nada.
Es la púa que uso actualmente, desde que encontré una tienda que las vende.
Son difíciles de encontrar en las tiendas y su precio es de 1 euro por pieza.
D'ANDREA 330
Este original diseño se lo debemos a Ritchie Blackmore, de hecho este tipo de púas son conocidas como «Ritchie Blackmore Pick», en los países de habla inglesa y entre los círculos de frikis de las púas, entiéndase.
Tiene menos punta que la 351 y produce un sonido un poco más carnoso, más a pulgar.
Viene con el borde bien redondeado igual que la 351.
Son pequeñas y por su forma, algo anti natural (o a mi me lo parece), no he conseguido adaptarme a ellas y es una pena porque me gusta el tono que sacan. Habrá que seguir intentándolo.
Cuestan igual que las 351 y son aún más difíciles de encontrar.
DAVA JAZZ GRIPS GELS
Son prácticamente del mismo tamaño que las Jazz III, un pelín más largas.
El agarre es de goma y se pega a los dedos como si estuvieran manchadas de cola de contacto. Si te sudan mucho las manos esta púa es recomendable para que no se te escape.
Tienen un grosor de 1 mm. y son de un material llamado PolyGel, prácticamente igual que el dernil a efectos sonoros, muy brillante.
El borde está mal acabado, hay que pulirlo antes de usarla.
En el centro tienen un agujero que va cubierto por la goma, esto hace que al agarrar la púa por la parte de arriba se comporte como si fuese más blanda, sirviendo igual para hacer rítmicas con una acústica que punteos, cogiéndola de más abajo, en una eléctrica.
A pesar de ser unas púas estupendas no valen para tocar jazz, son demasiado brillantes.
Cuestan algo más de un euro y se pueden comprar por internet.
DAVA JAZZ GRIPS DERNIL
Exactamente iguales a las GRIP GELS, en tamaño, tacto y sonido, pero el material de estas es dernil, también conocido como acetil o duralín.
Suenan muy brillantes, demasiado y también tienen el borde mal acabado.
Cuestan algo más de un euro y se pueden comprar por internet.
DUNLOP JAZZTONE 205
Del mismo tamaño que la Jazz III pero diferente diseño.
Con una textura calcárea y agradable al tacto, se sienten muy bien en la mano y no resbalan mucho.
El borde está muy bien acabado, listo para tocar.
Tiene un grosor algo inferior a los 2 mm. y es totalmente rígida.
Produce un sonido con cuerpo pero brillante debido a que tiene la punta afilada. De la misma serie Jazztone, el modelo 206, algo más grande que la 205, tiene la punta más redonda y saca un sonido más dulce.
Cuestan alrededor de 50 céntimos y se pueden comprar por internet.
GUZZ S3
Una púa de diseño que da mucho de sí.
La Guzz S3 es una púa diferente. Está pensada para poder usarse por los tres ángulos, no solo por la punta, y hay que aprender a usarla, aunque no es difícil, no deja de ser una púa.
La punta 1 o punta normal (lleva un punto) tiene la forma que van tomando las púas cuando se desgastan, esto hace que desde el primer momento suene bien.
La punta 2 (dos puntos) produce un sonido más oscuro y es apropiado para rítmicas, sobre todo de jazz o manouche.
La punta 3 (tres puntos) es casi redonda y produce un sonido más brillante, también para rítmicas.
Los tres cantos están muy bien pulidos. El sonido que produce es redondo y con mucho volumen.
Tiene 3’51 mm. de grosor y eso es mucho comparada con las púas normales, hay que acostumbrarse a ella. En una cara tiene un circulo de goma para el agarre y cumple su función, la púa no solo no se mueve de la mano, parece que envuelve los dedos y no resbala en absoluto.
Su creador, Jorge Guzmán, ha trabajado durante 14 meses (!!!) en su diseño con un equipo de ingenieros para crear la púa perfecta.
La he usado una temporada, aunque me parece algo gruesa de más y en algún momento me ha llegado a molestar tanto grosor. Tendré que practicar más con ella, ya que he hecho la inversión.
También fabrican una igual pero un poco más fina, la S3 Skinny de 2’10 mm. y algo más barata.
La usan muchos guitarristas de jazz manouche y en general se lleva bien con las cuerdas de calibre grueso.
Su precio es de 10’50 euros y se puede comprar directamente en su web. Hay que ser cuidadoso para no perderla! Lo bueno es que prácticamente no sufre desgaste.
Hace unos días estuve tocando con un guitarrista belga que vino de visita a mi ciudad. Es aficionado al jazz manouche y le di a probar la S3. Le gustó mucho y además me dijo que no era nada cara, que las púas que suele comprar él para este estilo le cuestan 25 euros… Si Django levantara la cabeza!
Os dejo el enlace a la página de Guzz, por si queréis saber más sobre esta púa o sobre las magníficas pastillas para acústica «manouche» que vende:
https://www.guzzguitar.com/S3_Puas_guitarra.html
AVISO.- La empresa ha cerrado y las púas Guzz ya no están en el mercado.
Desde aquí le deseamos lo mejor a José Guzman y le damos las gracias por haber conseguido unos productos de semejante calidad.
CONCLUSIONES
De todas estas púas me quedo con dos, la Guzz S3 y la D’Andrea Pro-Plec 351. La diferencia de precio de estas dos púas es abismal, 10’50 euros contra 1 euro, pero la Guzz hay que probarla, es una experiencia y además está hecha a mano en España.
Resulta curioso que la mayoría de púas que tienen en su nombre la palabra «Jazz» no sirvan para tocar jazz, o mejor dicho, para producir un sonido oscuro y con cuerpo, que no hace falta tocar jazz para tener esa predilección.
Mi consejo es que si estás contento con tu púa, no se te ocurra cambiar, pero si ya has caído en la tentación y has empezado a probar, no te obsesiones mucho, al final lo importante es la música, que a veces nos olvidamos.
Salud y bolos.